HISTORIA
POR JUAN HERRERA PÉREZ
En el año 1958, el número de titulados como Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos, eran 306, formados todos ellos en la Escuela de Ayudantes, de la Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos. Desde su ingreso como alumnos eran militares y cuando terminaban sus estudios eran técnicos militares del Ejército del Aire. En año 1958, de estos titulados, aproximadamente un diez por ciento, estaban Supernumerarios. La mayoría de los Supernumerarios, trabajaban en empresas Aeronáuticas, citamos algunas como ejemplo: Empresa Nacional de Motores de Aviación, Construcciones Aeronáuticas, Hispano Aviación, Iberia, Empresa Nacional de Hélices, etc.
Los 306 titulados, eran el resultado de trece promociones que habían pasado por la Escuela, y su situación militar en el Ejército del Aire, era muy precaria, no figuraban como militares efectivos, a pesar de su formación militar y académica en un centro del Ejército del Aire, su graduación como Oficial era de asimilado, y la denominación de Ayudantes, la mayoría de tercera, las expectativas de ascender escasas, como se puede comprobar ya que cuando habían pasado veinte años de la creación de estos estudios, en la escalilla del Ejército del Aire, había 443 Ayudantes de los cuales 406 eran Tenientes.
Con estos antecedentes, no es de extrañar, que cada vez que se reunían varios compañeros la conversación, era siempre la misma: la poca posibilidad de promoción y el porvenir tan incierto que tenían, pero estas reuniones eran conversaciones de café, no tenían ningún objetivo sedicioso sino simplemente una queja y un disgusto continuo.
Las posibilidades que había de agruparse para manifestar esta incertidumbre o para hacer una petición colectiva eran nulas, porque la política gubernamental prohibía terminantemente a los militares agruparse; sin embargo en la esfera civil, esta política cambiaba, existían los llamados Sindicatos verticales, que agrupaban a empresarios y trabajadores de una misma rama productiva.
La legislación entonces en vigor, permitía que hubiesen Asociaciones y Colegios profesionales, pero éstos se dedicaban exclusivamente a temas técnicos y deontológícos. Entre las agrupaciones mas conocidas citamos a los médicos, abogados, e ingenieros.
Hechas estas aclaraciones, era evidente que los Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos encuadrados en un Ministerio militar, no podían asociarse, pero se daba una circunstancia especial en los que estaban como Supernumerarios, porque éstos formaban parte de la plantilla de una Empresa, de la que recibían sus sueldos y estas retribuciones estaban sometidas a cumplir la legislación vigente que llevaba implícita la obligación de hacer unas retenciones al empleado para cotizar a la Seguridad Social, Hacienda, Sindicato y otros.
Se puede entonces constatar, que estos Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos, su situación legal tenía dos facetas: por una parte eran militares sujetos a la jurisdicción militar y por otra eran empleados de una Empresa, regida por una reglamentación específica. Por ello fue en el ámbito civil donde a estos titulados, les afectó la Orden Ministerial que publicó el Boletín Oficial del Estado, el día 18 de febrero de 1.958, y curiosamente esta disposición que en principio perjudicaba, fue la que abrió el camino para fundar la Asociación.
La Orden procedía del Ministerio del Trabajo, y en la misma modificaba varios artículos de la Reglamentación Siderometalúrgica, uno de los artículos modificados era el que se refería a la clasificación del personal técnico titulado y sus retribuciones, disponiendo lo siguiente:
– Ingenieros y Licenciados 3.335 -ptas
– Peritos y Técnicos Industriales 3.055.-ptas
– Ayudantes de Ingeniería y Arquitectura 2.755.-ptas
Quedando sin efecto la clasificación y retribución anterior, que era la siguiente:
–
Ingenieros y Licenciados 3.325.-ptas
– Peritos y Técnicos
Industriales 2.350.-ptas
– Ayudantes de Ingeniero
Jefe 2.775.-ptas
– Ayudantes de
Ingeniero 2.350.-ptas
Esta clasificación, en la práctica servía para establecer un escalafón en las Empresas, al establecer sueldos distintos según un orden jerárquico y se puede explicar el cambio que hubo en el contenido de esta Orden, porque procedía del Ministerio del Trabajo y la modificación de esta Reglamentación, fue propuesto y preparado por el Sindicato Siderometalurgico, donde abundaban los Peritos Industriales, donde algunos tenían cargos importantes.
No obstante la consideración que los Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos tenían en las Empresas Aeronáuticas, era superior a los demás titulados del mismo nivel y en las Jefaturas de las mismas no vieron con agrado esta Orden por la confusión establecida y los problemas laborales que les podían ocasionar.
Una vez conocido el agravio comparativo que produjo dicha Orden entre los Ayudantes de Ingenieros de cualquier especialidad y los Peritos Industriales, fue cuando nos planteamos la constitución de nuestra Asociación, y lo hago en forma plural, ya que fue el objetivo de tres compañeros que estábamos como Supernumerarios en la Empresa Nacional de Motores de Aviación, me refiero a Claudio Roldán Bonilla, Juan Manuel Marcos Sacasa, y el que suscribe, Juan Herrera Pérez.
Marcos y yo hicimos las visitas a las distintas autoridades de nuestro entorno, para explicar lo que nos ocurría y a los Organismos competentes, para conocer los trámites que eran necesarios para solicitar una Asociación, teniendo siempre como base el agravio antes aludido.
Por otra parte, como mi puesto de trabajo era en la Secretaría General y Técnica de la Presidencia de ENMSA, fue allí donde se hicieron todos los escritos, de los que cito algunos: el modelo de la instancia de reclamación, el Reglamento de la Asociación y file también donde se cursó toda la correspondencia, y esto era así porque en mi lugar de trabajo toleraban, sin ningún inconveniente, mi actividad extra profesional.
Marcos y Roldán, no estaban destinados en la Presidencia, su trabajo era en el Servicio de Revisión de Motores, y no disponían del mismo tiempo, ni la misma facilidad de movimiento, como era mi caso, y por eso cuando nos reuníamos lo hacíamos fuera del horario de trabajo y entonces veíamos como se iban resolviendo nuestros asuntos.
Con nuestro proceder estaban de acuerdo nuestros Jefes naturales, con los que teníamos buena relación, así que sin dejar pasar más tiempo para reclamar, preparamos dos escritos colectivos, uno de ellos, dirigido al Presidente de la Junta Social del Sindicato del Metal de Madrid, suscrito por algunos de los Ayudantes de Empresas Aeronáuticas de Madrid, y el otro fue una instancia única enviada al Ministro del Trabajo, en la que figuraban en forma colectiva algunas de las Empresas antes mencionadas y los Ayudantes que habían suscrito la anterior. En ambos escritos, el fundamento era manifestar el agravio comparativo y pedir la anulación de su contenido transcribiendo las siguientes consideraciones:
«Considerando que ni los estudios realizados durante la carrera, ni la rigurosa selección de los exámenes de ingreso en la Escuela de Ayudantes, ni la completa especialización, ni la consideración normal y tradicional que dentro de las Empresas gozan los titulados Ayudantes de Ingenieros con respecto a los Peritos y Técnicos Industriales corresponde a la clasificación hecha por las Ordenes del Ministerio de Trabajo de Mayo de 1957 y 15 de Febrero de 1958, considerando con el debido respeto, dichas Órdenes lesivas a nuestros intereses profesionales.»
«Asimismo la Ley de Ordenación de las Enseñanzas Técnicas de 22 de Julio de 1957 en su artículo 13 y en su octava Disposición transitoria coloca en el mismo plano de igualdad las profesiones de Ayudantes de Ingeniero y la de Perito Industrial, extremo éste, así como el de la formación técnica, que puede aclarar la Dirección General de Enseñanzas Técnicas del Ministerio de Educación Nacional»
Como se ha dicho anteriormente, la denuncia efectuada y las consideraciones expresadas en los escritos, fue lo que nos dio los motivos para pedir una Asociación de Ayudantes de Ingenieros
Aeronáuticos, semejante a las que tenían las demás ramas de la ingeniería, para así poder defender nuestros derechos como profesionales, dando siempre estos argumentos y evitando mencionar la actividad de nuestra profesión en el ámbito militar.
Un aspecto bueno de este asunto fue que no encontramos gran impedimento. La Inspección del Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos no se involucró en nuestras pretensiones, pero nos dejó hacer y un dato que obró a nuestro favor es que había una Asociación de Ingenieros Aeronáuticos, que estaba basada en los Ingenieros Aeronáuticos civiles que desde 1954 procedían de la Universidad, en la que también podían asociarse los Ingenieros militares.
En el articulado de la Ley de Asociaciones, decía que la solicitud había que tramitaría en el Ministerio de la Gobernación, a la que había que adjuntar un Reglamento, poner en la misma un domicilio, y que la Asociación tenía que ser promovida como mínimo por tres personas, de las cuales una figuraría como Presidente.
El domicilio social lo solucionamos, gracias al Presidente del Instituto de Peritos y Ayudantes de la Ingeniería Civil, con sede en la calle General Mola n0 15 de Madrid, que nos autorizó a que diéramos su domicilio y esto parecía mejor que poner un domicilio particular.
El Reglamento se hizo en la oficina de la Secretaria General y Técnica de ENMASA, donde yo trabajaba y allí como se ha dicho anteriormente se utilizó el material de oficina necesario y se realizó el trabajo administrativo, repito que con la tolerancia y dejar hacer de mí Jefe, el Presidente de ENMASA, Don Modesto Aguilera Morente, Coronel Ingeniero Aeronáutico y Procurador en Cortes.
Para poder redactar el Reglamento, consulté varios ejemplares de los de otras Asociaciones de Ingenieros, Peritos y Ayudantes, siendo el más útil por su semejanza, el de los Ingenieros Aeronáuticos y mi interés era que constara lo que era preciso según Ley, para que en el Ministerio de la Gobernación no pusieran reparos en su contenido
Finalmente la instancia pidiendo la Asociación la firmamos los tres únicos de ENMASA, que estabamos en Madrid, y como yo disponia de más medios administrativos y con más facilidad de movimiento se tomó el acuerdo de que era mejor que fuese mi nombre el que figurase como Presidente en la petición de la Asociación de Ayudantes de Ingenieros Aeronáuticos.
Pasaron unos meses, y en el domicilio que habíamos puesto se recibió una comunicación del Ministerio de la Gobernación, en la que nos autorizaban la Asociación. Seguidamente dimos la noticia nuestros compañeros, especialmente a los que estaban destinados en Madrid, cualquiera que fuese su situación militar, porque comunicar esta aprobación era procedente ya que este asunto afectaba a todos en su profesión como técnicos.
Poco tiempo después convocamos a los que estaban destinados en Madrid, y nos reunimos en los locales del Instituto de Peritos y Ayudantes de Ingenieros Civiles, donde leída la autorización del Ministerio del Interior, se constituyó la primera Junta Directiva eligiendo como Presidente a José Luis
Gironella del Valle, Marcos y yo, formamos parte de aquella primera Junta.
Antes de continuar voy hacer una aclaración sobre Roldán, al que solamente cito como uno de los tres que solicitaron la Asociación. Esto tiene su explicación y es porque coincidió que a Roldan lo contrató una Empresa americana para realizar unos trabajos en una Refinería de Huelva y en el Ministerio del Aire no le autorizaron a seguir como Supernumerario, por lo que pidió la baja en el Ejército y en su nuevo trabajo con sus desplazamientos a Huelva, América y Alemania se perdió el contacto.
Pasado poco más de un año, a Marcos y a mi, nos propusieron como Socios de Mérito distinción que creíamos no procedía, porque lo que habíamos hecho, lo hubiera realizado cualquier otro grupo que hubiese encontrado el momento propicio. No obstante, fue aceptado el nombramiento y recibido con agradecimiento.
En el año 1968, cuando la Asociación ya se había consolidando, la Junta de Gobierno acordó, que para estar en igualdad con las demás ramas de la ingeniería, había que constituir el Colegio profesional.
Para conseguir este objetivo había que solicitarlo al Ministerio del Aire. Se pensaba que podría parecer extraño la petición de un Colegio profesional formado por mayoría de militares, a un Ministerio militar, pero no hubo impedimento porque lo que file decisivo era tener ya una Asociación aprobada por el Ministerio de la Gobernación, lo que constituía una garantía.
La forma administrativa para proceder a la petición de un Colegio profesional, se siguió el mismo criterio, que cuando se pidió la Asociación. La Junta Directiva me designó para que redactara los Estatutos e hice lo mismo que había hecho anteriormente, tomé como referencia los de los otros Colegios de Ingenieros y Peritos y de forma ecléctica, redacté el nuestro.
En el Acta de la X Asamblea de la Asociación celebrada el 24 de Julio de 1968, refiriéndose al Estatuto del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Aeronáuticos en una intervención del Sr Duran se dice: «ruega que conste en Acta el agradecimiento y felicitación al Sr. Herrera por su importante labor en la preparación de este texto.»
El Colegio como era preceptivo fue aprobado por el Ministerio del Aire y publicado en el Boletín correspondiente y en una Asamblea General Extraordinaria, se eligió como Decano-Presidente a Francisco Sanabria Celis, y el 1 de julio de 1970 se celebró la 1a Junta General del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Aeronáuticos.